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Llegar a casa al final de una ardua jornada y saber que estas en el lugar que debes estar, con quienes amas y disfrutas de su compañía.

sábado, 1 de agosto de 2015

COACHING ÉTICO

Volver a los valores

Es frecuente en los medios escritos y de antena, en las tertulias y en los foros de todo tipo, escuchar comentarios de que la situación que atravesamos es consecuencia de una crisis de valores. Parece como si los valores hubieran cotizado en bolsa y su precio se hubiera desplomado repentinamente y de forma inexplicable. Además resulta curioso ver que todos los reclamamos como algo que nos perteneció, como algo que fue nuestro y nos los hubieran arrebatado en un descuido. En ocasiones, también tengo la sensación de que estuviésemos esperando a que vuelvan por arte de birli-birloke, así, de repente, como caídos del cielo, sin hacer nada especial más que esperar pacientemente como quien lo hace en la consulta del dentista.
Es habitual encontrarnos con artículos, libros, conversaciones informales, encuentros empresariales, actos políticos, reuniones sociales e incluso de familia, en los que se palpa una permanente nostalgia en este sentido: ¡Tenemos que volver a los valores!, ¡Necesitamos recuperar los valores!, ¡Sólo saldemos de esta si volvemos a los valores! …y llegados a este punto se me dispara una pregunta ¿pero dónde están? Reflexiono si verdaderamente sabemos de qué estamos hablando, qué estamos reivindicando y a qué nos debemos atener para recuperarlos, rescatarlos y volver a tenerlos en nuestro día a día.
La primera pregunta que deberíamos hacernos es si somos capaces de tomar conciencia de lo que implica “Volver a los Valores”, qué nivel de compromiso a nivel individual nos requiere este deseo que parece profundo, y qué papel activo estamos dispuestos a desempeñar cada uno de nosotros en esta recuperación.
Quiero recordar una expresión muy especial que todos hemos empleado en algún momento de nuestras vidas: “Palabra de Honor”. Dar nuestra palabra de honor significaba que ponías el honor de tu persona como garantía o aval de lo que estabas diciendo y/o haciendo. Era una buena forma de decir: “si falto a mi palabra, mi honor quedará quebrado, mi credibilidad rota y ya no seré confiable”. Junto a la palabra de honor, estaban siempre estrechamente vinculados valores como por ejemplo laintegridad, la lealtad, el compromiso y, por encima de todos ellos, la limpieza de intención en todo lo que hacíamos.
BusinessMan01 Sin embargo, hoy día, dices palabra de honor y la mayoría de las personas imaginan un vestido elegante de unas características determinadas. Me atrevo a decir que aunque todos hablamos de valores –tristemente ya no hablamos de honor- y las veces que lo hacemos, lo hacemos culpando a los demás de su escasez, cuando no de su ausencia. Es como si señalásemos despiadadamente a los culpables de la pérdida, igual que señalamos a otros conductores diciendo lo mal que conducen, sin tomar conciencia de que los otros, desde sus coches, también nos señalan diciendo que nosotros somos los  malos conductores.
Los valores carecen de forma, de talla o color; además son intemporales. No son algo que nos quitamos y ponemos a conveniencia, los valores se llevan debajo de la piel o no se llevan. Vives con ellos en primera persona o nadie los puede vivir por ti. Podemos entregarlos en todos nuestros comportamientos, actos y formas de interactuar o dosificarlos según un frío cálculo del todo vale en función de lo que nos convenga e interese en cada momento; los sacamos a relucir permanentemente, o los difuminamos y desvirtuamos a conveniencia para obtener el beneficio más egoísta de cada situación personal y/o profesional.
Hay quien incluso los esgrime de forma ladina para jugar el juego de lo “políticamente correcto” o se los salta una y otra vez. Nadie puedecomprarlos, ni sabemos el “valor” que tienen, lo que tristemente hemos podido comprobar es el precio tan descomunal que estamos pagando por haberlos dejado de lado y haber consentido que otros se los pasaran por el forro de las cortinas mientras nosotros hacíamos lo propio.
Si preguntásemos a nuestros colegas de trabajo la importancia que le dan a los valores –en una escala del uno al diez-, la mayoría de ellos responderían entre nueve o diez. Si preguntásemos cuánto hay de los valores impregnados en sus comportamientos diarios, personales y profesionales, la mayoría contestaría que siete u ocho –o más-, sin embargo todos los reclamamosy nos quejamos de que faltan por todas partes; entonces, algo está fallando. Creo que la mayoría, en materia de  valores, estamos lejos del aprobado. Nos negamos a reconocer que una gran mayoría flaqueamos en desplegarlos y, más aún, nos negamos a reconocer que en numerosas ocasiones los hemos pisado como en una buena vendimia se pisa la uva.
LiderazgoDeEquipos02
Cuando leo que hay empresas que apuestan por la Gestión por Valores, lo primero que me pregunto es si las personas en posiciones de responsabilidad y timón empresarial fomentan verdaderamente en cada profesional de su organización la vivencia de un comportamiento y actitud ejemplar que imprima carácter, cohesión, rigor, lealtad y sano compañerismo en lo que a convivencia de empleados se refiere, aunando esfuerzo y compromiso para sentir la marca como parte de una forma de existencia personal en el desempeño profesional. Me pregunto si ellos, las personas que desempeñan un rol profesional con responsabilidad (Presidente, Consejero Delegado, Director General, de RRHH, de Finanzas, de Marketing, de Logística, de Comercial, Mandos Intermedios, etc.) están siendo ejemplares –sirviendo como ejemplo- en este sentido. Me da la sensación de que es como si quisieran vertebrar de alguna manera la cultura organizacional hacia una “rectitud corporativa” relacionada con una política de RSC con beneficio en la imagen de la empresa en cuestión y su actividad mercantil.
En bastantes ocasiones nos encontramos un decálogo de valores colgados a la entrada del edificio en cuestión o en sus ascensores, valores que bien decoran y hacen pensar que los miraron con anhelo. Sin embargo, la dura realidad, en la mayoría de los casos, es que lejos están de ser verdaderamente vividos por cada una de las personas que dan vida y lideran a esa organización. ¡Mas quisiera el gato, lamer el plato!
Los Valores en la sociedad actual siguen siendo tema de conversación, y lo seguirán siendo… aunque tristemente sólo de conversación. Creo que falta entrar en acción a fondo desde el compromiso individual de cada uno de nosotros. Para llevar los valores a nuestras empresas, a nuestros colegas y colaboradores, basta con que los apliquemos cada uno de nosotros a nuestro día a día. Es mas sencillo de lo que parece. Necesitamos modificar el tinte de nuestros comportamientos, eso es todo. En cada acción, conversación, negociación, reunión, planteamiento de negocio o diseño de operación, bastará con que los despleguemos y seamos rigurosos en ofrecerlos y en demandarlos.
Propongo catorce sólidos valores universales que vertebren nuestro comportamiento como profesionales-persona. Son universales porque son transculturales, es decir, son validos para cualquier cultura y son bien acogidos en cualquier nación del mundo. Son sólidos porque dan solidez y credibilidad a la persona que los ofrece y los vive en primera persona. Estoy hablando de Honestidad, Honradez, Coherencia, Lealtad, Paciencia, Compromiso, Humildad, Justicia, Generosidad, Aceptación, Confianza, Coraje, Responsabilidad y Libertad.
Para recuperarlos, propongo que empecemos por la gestión de nuestros negocios, empresas y organizaciones como si se tratasen de nuestra única y más valiosa oportunidad de causar una buena e inmejorable impresión en todo aquel con el que tratamos diariamente. Equipos, compañeros, clientes, proveedores y colaboradores serán el publico objetivo para que los despleguemos y veamos su efecto al desplegarlos. Ofrezcamos un trato a nuestros interlocutores como si nunca fuésemos a tener una segunda oportunidad para esa primera impresión o circunstancia en la que estamos inmersos. Imaginemos que de ese trato que dispensemos depende nuestro oxígeno para vivir. A mejor trato, más oxígeno; a peor trato, mayores posibilidades de asfixia.
DialogoPersonal
Es necesario que empecemos por hacer un ejercicio dehonestidad, que es ser sincero con uno mismo y además revisar la limpieza de nuestras intenciones. Debemos reconocer nuestras trampas con nosotros mismos, nuestros auto engaños, que seguro son muchos y, algunos, muy oscuros. ¿Cómo valoras que las personas con las que tratas sean honestas consigo mismas?
Podemos seguir con la honradez, que es ser sincero y limpio de intención pero en este caso con el otro, con aquel con el que nos relacionamos, bien para hacer negocios, para colaborar en un proyecto o bien para disfrutar de nuestro tiempo libre. ¿Te gustan que te muestren la verdad de sus intenciones o que te las oculten?, ¿qué haces tú? Estos dos valores nos exigen el de coherencia. Tan sencillo como ir con la verdad por delante, tanto en el juego interno de nuestra vida personal y profesional, como en el juego externo que desarrollamos en nuestras acciones y relaciones con los demás. ¿Cuántas veces has ido en contra de ti mismo?
Tenemos que tener la capacidad de que si nos pronunciamos de una manera, deberemos comportarnos en consecuencia, si no, mejor ser prudente y permanecer en silencio ya que el mensaje que lanzaremos o comportamiento que evidenciáremos será demoledor contra nuestra persona y por supuesto contra el entorno profesional. Cuando combinamos la honestidad y la honradez, y las vivimos en autenticidad, coherentes en nuestra forma de vivir, logramos ser íntegros.
Borja Milans del Bosch
Socio fundador de Coaching 360
T: @BorjaCoach

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